Well on his way his head in a cloud, The man of a thousand voices talking percetly loud But nobody ever hears him Or the sound he appears to make And he never seems to notice But the fool on the hill... Nobody seems to like him They can tell what he wants to do And he never shows his feelings But
the fool on the hill...
A veces pasan unos meses y te olvidas de que estuviste tardes destrozada en la cama, como un rompecabezas que se estalla contra el suelo, y ya apenas recuerdas el día que lloraste tanto que pensaste que te ibas a deshidratar, borras de la memoria todas las huidas una por una. Pasa el tiempo y solo te acordas de que sentías, para bien o para mal pero sentías. Aparentemente los momentos buenos compensaban, y la vida en común, y bla, bla, bla.. Y recaes en una situación en la que te juraste no recaer. Y vives una última noche como si nada. Pero tarde o temprano tienes que despertar, y te viene a la mente como un flash la lección aprendida después de esos meses: Que da igual lo que diga o hagas, si algo aprendiste es a no volver a intentarlo. Cuando me di cuenta ya resplandecía la luz del sol en la habitación, anunciaba que ya era hora de abrir la persiana, ahí fue cuando realmente abrí los ojos. Iba a ser feliz, con o sin vos.
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